La falta de juego simbólico es parte de las alteraciones sociales vinculadas a los trastornos de espectro autista. En la primera etapa de su niñez, mi hijo Cristian, no demostró demasiado interés por los juguetes hasta que un día llegó a casa desde la escuela, con Tambor en la mochila (lo había secuestrado). Si bien este hecho podría ser considerado como un “delito menor” en un niño normal, para la familia y sus docentes fue un episodio más que positivo. Y lo más sorprendente es que, no solo se convirtió en un compañero inseparable de juego, sino que por momentos desaparecía en el interior del placard y ante la pregunta ¿Y Tambor dónde está?, la respuesta era increíble: “Está en el planeta del bosque”. Si, había aparecido por primera vez el juego simbólico… Y todo gracias a Tambor.

Cristina

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